Un político heterodoxo

Martes, 1 de diciembre 2020, 14:17 | Actualizado 16:26h.

Glosar la figura de Juan Hormaechea es imposible en un artículo periodístico. No en vano, ha dejado huella en Cantabria y ha sido el único que ha gobernado en el Ayuntamiento santanderino y en el Gobierno regional. También el único desalojado de Puertochico por una ... moción de censura. En un trazo grueso, se debe destacar su heterodoxia. Siempre fue un personaje original que buscaba la libertad de acción.

Nunca quiso encuadrarse en la estructura de un partido y si se vio obligado a ello, quedaba claro que él iba por libre. Gobernó siempre de manera personalista. Le estorbaban los interventores, las normas e incluso las leyes. La burocracia era un impedimento para llevar a cabo sus planes. Se volcó en obras públicas, mejoró carreteras y acometió obras como el parque de Cabárceno o el Palacio de Festivales.

La singularidad en su manera de actuar le hace precursor, pálidamente, de las nuevas formas populistas. Ha sido, sin duda el político -salvo Miguel Ángel Revilla- más popular, en el sentido de conocido de nuestra región. Su paso por la política está lleno de anécdotas. Su mala relación con los medios de comunicación ha sido legendaria. No admitía las críticas y su temperamento autoritario le colocó en una posición en la que tuvo fervorosos seguidores y furibundos detractores. No dejaba a nadie indiferente.

Hormaechea gobernó Cantabria en un clima crispado, de enfrentamientos viscerales y siempre con sus ideas como bandera. No fue, no le gustaba, un hombre de partido ni un director de equipos. Mantuvo siempre una personalidad definida y una manera de entender el servicio público singular.

Su figura ha sido mítica, hasta el punto de que una buena parte de la opinión pública le adjudica obras que no hizo o frases que no pronunció. Tras su salida de la política emprendió la redacción de sus memorias, que serán, sin duda, un documento esencial para entender la historia reciente de nuestra región.

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