

Secciones
Servicios
Destacamos
Las esperanzas de encontrar el cadáver de Jesús Mari Baranda, el jubilado asesinado y decapitado hace diez meses en Castro Urdiales, se reducen prácticamente ... a cero. El hombre, de 67 años, desapareció en febrero y, aparte del tiempo transcurrido desde que supuestamente se produjo el crimen, casi un año que juega decisivamente en contra de la conservación de cualquier residuo orgánico, las pesquisas parecen encalladas en un callejón sin salida. Al menos una de las indagaciones ha vuelto en las últimas semanas a recuperar la hipótesis de que el cuerpo fuera descuartizado y los restos diseminados en algún basurero, pese a las dificultades que oponen los métodos de control existentes en las plantas de vertido.
La de Meruelo, de hecho, fue revisada por los agentes a principios de octubre y comprobaron cómo es altamente improbable que cualquier parte de un cuerpo humano supere la vigilancia de los operarios. Debido al secreto judicial, no ha trascendido si esta vía ha cobrado peso o ha sido nuevamente descartada, aunque expertos policiales dan por desvanecidas a estas alturas las posibilidades de conocer qué sucedió con el cadáver decapitado, a no ser que la única sospechosa, Carmen Merino, pareja de la víctima y en prisión por presunto homicidio, declare.
La desaparición de Jesús Mari Baranda fue denunciada en abril, mes y medio después de que sus primos y amigos comenzaran a extrañarse por su repentina ausencia. Su pareja siempre defendió que se fue de casa y la dejó abandonada hasta que el 27 de septiembre apareció la cabeza del hombre. Estaba guardada dentro de una caja precintada que la mujer había entregado a una amiga para que se la guardara. Ante el juez, Carmen Merino ofreció una excusa endeble: el cráneo se lo habían dejado unos desconocidos en la puerta de su vivienda y ella decidió conservarlo porque era lo único que le quedaba de su pareja. Horas después, ya estaba en la prisión de Santoña.
A ojos de un profano, la cadena de hechos no arrojaría dudas ni sobre el crimen ni sobre su posible autoría. ¿Blanco y en botella? «Parece que debería ser así, pero no es tan fácil. Presumo que los investigadores estarán tratando de buscar una prueba que la vincule directamente con la comisión del asesinato», sostiene la experta criminóloga internacional Paz Velasco de la Fuente, quien destaca la complejidad de resolución de un asunto donde no hay cuerpo y tampoco móvil, a expensas de los indicios que haya descubierto la Guardia Civil. «Sin esos dos datos, es muy complicado abrir una línea de investigación».
Paz Velasco establece un paralelismo con el asesinato de Marta Calvo, desaparecida el pasado 7 de noviembre en la localidad valenciana de Manuel a donde acudió para encontrarse con Jorge Ignacio Palma, quien ha confesado ser el autor de su muerte. La criminóloga considera que en el acto de reconocimiento ha desempeñado un papel fundamental que «hubiera una geolocalización de Marta en el lugar, ya que envió un mensaje por móvil a su madre desde el exterior de la vivienda del acusado. Si no, creo que no hubiera dicho nada». Aun con esos factores a favor del esclarecimiento, la investigación también ha entrado en un «punto muerto», a raíz de que los restos biológicos hallados en la casa del individuo no hayan resultado concluyentes y tampoco se conozca el paradero de la víctima. Palma ha manifestado que descuartizó a la joven y arrojó sus restos a varios contenedores de basura -hipótesis manejada en el caso de Castro Urdiales-, pero los investigadores creen que sus testimonios son endebles y destinados a dificultar la localización.
A 800 kilómetros, el juez de la localidad cántabra probablemente prorrogará de nuevo el secreto de la instrucción en enero y mantendrá a Carmen Merino en prisión. Será la cuarta vez que se amplíe este periodo, lo que arroja una idea de la auténtica complejidad del asesinato. Aunque los plazos de instrucción entran dentro de lo normal, según fuentes judiciales, expertos en investigación criminal no dudan de que la Guardia Civil habrá trabajado en muchos momentos «con una venda en los ojos» ante la escasez de pruebas. «Y si ella no ha hablado hasta ahora, es posible que continúe así porque es una manera de autoprotegerse».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.