El cántabro José María Alonso del Val se postula para custodiar el Lignum Crucis

Por eso, no se ha quedado quieto ante la inminente salida de los tres monjes de su Orden que actualmente gestionan el monasterio de Santo Toribio. El que fuera subdirector del Archivo Ibero-Americano, la publicación franciscana más prestigiosa sobre estudios históricos, aprovechó su presencia en Astorga el mes pasado, donde ejerció de embajador del Lignum Crucis, para hablar en privado con el nuevo obispo de Santander, Arturo Pablo Ros, ya que Santo Toribio depende directamente de la Diócesis. «Le dije que se atreviera a sondear al ministro general de la Orden Franciscana para que monjes de otros países pudieran continuar la labor en Liébana», explica. De hecho, es lo que ha ocurrido en el santuario de Petra (Mallorca), donde cinco sacerdotes de Sonora (México) han tomado el relevo de los franciscanos más mayores que no podían seguir dando ese servicio.

«Estamos en una crisis enorme de falta de personal y de edad avanzada. En Liébana no solo gestionamos el monasterio, también administramos quince parroquias del valle», explica Del Val, quien cree que una posible solución pude ser traer 'sangre nueva' de Colombia o Filipinas, por ejemplo. «Pero el obispo tiene que ser rápido y trasladárselo ya a mi Orden, es urgente», explica el autor del 'Vocabulario de Montañerismos' y de un nuevo libro «de última generación» sobre Santo Toribio que publicará en breve.

En paralelo a sus conversaciones con el obispo, el propio Del Val se postula para custodiar Santo Toribio. Lo ha hecho ya de manera informal y lo hará el próximo mes en el Capítulo Provincial de los Franciscanos de Arantzazu (Vizcaya), previo al reparto de destinos de la Orden de este año. «Mi primer voto es el de la obediencia. Si a mí me dan permiso me encantaría ir a Santo Toribio, pero no depende de mí. Eso sí, vaya donde vaya, pondré como condición estar disponible para todo lo que necesiten en Liébana, aunque sea viviendo en Valladolid», adelanta.

De hecho, no es la primera vez que Del Val propone a su Orden que le destine a Liébana. Ya lo hizo en 2014, cuando dejó el Archivo Ibero-Americano y lo trasladaron a Chamberí. Pero no cuajó. «Los 'influencers' de arriba me querían en Madrid», dice el autor del 'Himno de Santo Toribio' sin dar más explicaciones.

A la espera de que la Diócesis de Santander dé con la solución a la marcha de los franciscanos, Del Val tiene muchos proyectos para el monasterio, pero recuerda que debe ser una comisión formada por el Obispado, el Gobierno de Cantabria y los alcaldes de Liébana la que decida su futuro. «Habrá que compaginar la parte civil con la eclesiástica, pero está claro que ahora mismo se encuentra infrautilizado. Allí hay más de cincuenta habitaciones y lo ideal sería crear algo como lo que tienen en Covadonga», opina. Y va más allá, asegura que si el Ejecutivo regional construye la anunciada carretera Reinosa-Potes, «el Papa visitará Liébana en el Año Santo Jubilar de 2033».