La cola de las quejas vecinales

Por el despacho improvisado en una de las aulas de aprendizaje del centro cívico de Nueva Montaña fueron desfilando los 21 afectados que ayer tuvo tiempo de atender. Todos se presentaron de buenas maneras, «y es que dada como estaba la situación, una no sabe con lo que se va a encontrar, pero la verdad es que la gente tiene un comportamiento ejemplar».

Las reclamaciones fueron todas parecidas. Se centraron, la mayor parte, en cuestiones menores: una grieta en una escayola, un cristal roto, una rascadura en la pintura... Los menos acudieron para ver la manera en que podían reclamar los daños sufridos en sus vehículos. «Esos han sido los temas más delicados porque hay personas que necesitan la documentación del vehículo y claro, si está en muy mal estado, aplastado por los escombros, no pueden acceder a ello».

La responsable de Gesvicán apuntaba los datos de cada caso: nombre, teléfono, portal, piso, número de trastero... La idea es recopilar toda la información posible para luego estudiar el mejor modo de comenzar a trabajar con ella. «Tendremos que organizarnos para visitar todos los pisos y ver todos esos desperfectos». Aunque hay cosas que urgen más que otras. «Los vecinos que nos piden resolver pronto el acceso a los garajes me preocupan más, o los que necesitan tener clara la situación en que ha quedado su coche... Porque las viviendas son muchas veces cuestiones que podemos ir viendo con más calma».

Ayer comenzaron las visitas a algunos de los hogares y a lo largo de esta semana y la siguiente proseguirán, adecuando siempre la disponibilidad de técnicos y vecinos. Y entre tanto, en la puerta del centro cívico los vecinos aguardaban para hablar con la responsable de Gesvicán.

«Yo necesito que me digan qué es lo que tengo que hacer para reclamar la indemnización por mi coche», señalaba Lucía Gutiérrez apesadumbrada. «Es un coche antiguo, que tiene 175.000 kilómetros, por el que no me van a dar ni un duro, pero el caso es que me hacía un servicio estupendo y es una pena porque ahora no sé cómo me voy a organizar para ir a trabajar y demás». A otro vecino, Ismael González, le preocupan más las grietas que tras los temblores del siniestro se han dilatado en varias habitaciones de su hogar. «Ya estaban, pero se han hecho más y más grandes. Y en otros casos han aparecido otras nuevas. No sé, creo que deberían mirarlo porque son cosas que te asustan. Sobre todo después de lo que ha pasado», razonó este residente.

Son desperfectos todos que se han dejado notar en las casas y también en los descansillos, terrazas y portales. «Hay mucha gente que se está quejando de que han reventado los cristales de separación de las terrazas. Se conoce que eran de lo más frágil y partieron con el golpe cuando todo se derrumbó», explicó Carmen Parás, que ha bajado a la oficina para preguntar una duda de su vecina. «Ella está ahora cuidando tres niños y no puede bajar, pero me ha dicho que mencione unas grietas que han salido en la pared de las escaleras que llevan a su casa en el portal primero B».

Durante la espera entre una visita y otra llega el responsable técnico de Gesvicán. Pregunta por el último caso atendido y la chica explica su situación. Él mismo se ofrece para visitar su casa y ambos abandonan el centro cívico. «Así es como vamos a hacer las cosas, habrá que repartir el trabajo para ir atendiendo a todo el mundo hasta resolver las dudas», cuentan en la empresa pública.

Y entre tanto, las conversaciones continúan en el despacho habilitado para el caso en el lugar. «Tengo grietas de asentamiento de toda la vida en el salón, en el pasillo y en la cocina, pero desde que ha pasado esto han ido a más», dice una vecina. «Muy bien, estate tranquila porque no se va a caer el edificio, no es una cuestión estructural, pero vamos a darle una solución lo antes posible», le responde la técnico mientras rellena folios y folios con todas las peticiones.