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A las ocho de la mañana los operarios se han puesto manos a la obra. Daniel Pedriza

Palas de 36 toneladas toman la 'zona cero' en Nueva Montaña

Cerca de diez operarios de Rucecán separan los desechos del derrumbe en unos trabajos que podrían prolongarse durante mes y medio

José Carlos Rojo

Santander

Lunes, 27 de enero 2020, 09:16

Una máquina de 24 toneladas y cizalla dentada, como una gran mandíbula, muerde el hormigón de la entrada al garaje tres en la urbanización de pisos de Nueva Montaña. La estructura se resquebraja, y afloran los hierros del forjado, que se retuercen y enmarañan entre ellos, como si les doliera el destrozo. «Vamos a tener que romper toda esta entrada para luego penetrar con la maquinaria pesada», concreta Elías Celis, uno de los responsables del desescombro de los garajes derrumbados el pasado día 13 en la calle Luciano Malumbres, que comenzó este lunes.

En total, este lunes hubo diez operarios de Rucecán –la empresa encargada de la obra del desescombro–, trabajando en diversos frentes con un plan de obra que se prolongará, si no hay imprevistos, durante un mes y medio. «Lo primero es romper esta entrada, porque es por donde entramos con el resto de máquinas», concreta Celis. Maquinaria mucho más pesada, de hasta 36 toneladas, dotadas de una pinza y un cazo para separar los residuos. «Primero el escombro, luego los hierros del forjado, la madera, el suelo de la pista de futbito, las baldosas de los paseos y toda la tierra...».

Cada cosa se cargará, por partes, en camiones diferentes con destino a varias plantas de reciclaje. «Lo normal sería terminar de aquí a un mes y medio, más o menos. No tiene por qué ser una obra lenta si no hay inconvenientes». Se refiere, por ejemplo, a que unas lluvias torrenciales puedan disolver la tierra formando un barrizal.

Las máquinas han comenzado a picar con la luz del día. Daniel Pedriza
Imagen principal - Las máquinas han comenzado a picar con la luz del día.
Imagen secundaria 1 - Las máquinas han comenzado a picar con la luz del día.
Imagen secundaria 2 - Las máquinas han comenzado a picar con la luz del día.

Pero este lunes, afortunadamente y pese a las cuatro gotas que cayeron a primera hora de la mañana, no fue ese día. Todo el agua que se vio sobre el terreno llegó después por medio de una manguera con la que uno de los operarios regaba los escombros, a medida que la máquina los resquebrajaba en mil pedazos, para que no se levantara polvo. Lo que sí se levantaron fueron los ánimos de algún vecino que, indignado, corrió al centro cívico, lugar que durante estas dos semanas se ha convertido en centro neurálgico de las reuniones vecinales con los representantes del Gobierno regional y el Ayuntamiento .

«¿Cuándo van a terminar las obras? ¿Van a estar así todo el día?», comentó uno. «Como continúen así nos tiran los pisos», protestó otra. Es cierto que las vibraciones se sienten bajo los pies cerca de la máquina cuando hace fuerza para romper el hormigón,pero no hay nada que temer. «Todo está muy asegurado y muy estudiado. Vamos a hacer ruido porque una obra de estas características es incompatible con el silencio absoluto, claramente. Pero de verdad que no hay nada que temer», concretan los responsables de la obra.

Al otro lado de la zona siniestrada, en el parque que se sostiene sobre el garaje uno, los trabajos para retirar 25 centímetros de tierra –que podrían causar una sobrecarga sobre la estructura–, comenzarán hoy. «Es una actuación preventiva, para asegurarnos de cara a un futuro, de que no puede pasar lo que en el otro lado», aseguró la pasada semana el consejero José Luis Gochicoa.

Yentre tanto, algún que otro residente, ya de los veteranos, se da el paseo de la mañana por la zona sin ningún reparo. «No hay tanto miedo como dicen algunos. Eso ya ha pasado. Ahora tocará esperar a que todo vuelva a quedar como estaba».

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