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Después de que las muestras de cariño llenaran de flores, velas y fotografías la mediana y las aceras de Castelar, los amigos y familiares de Bret Elorza, el motorista de 19 años mortalmente atropellado el pasado viernes por un coche en el paseo santanderino, le ... rindieron homenaje dedicándole unas palabras y le recordaron como alguien «muy especial». Ahora es su padre, Eduardo Elorza, quien habla por primera vez de lo ocurrido ese 3 de febrero pasadas las diez de la noche y cuenta a El Diario Montañés cómo se encuentra la familia y, como abogado, qué posición valora adoptar de cara al juicio.
Aunque preguntar cómo está es anticipar la respuesta, él contesta igual: «Estamos completamente destrozados», resume. Todavía en «shock». Casi sin tiempo de asimilarlo porque apenas han pasado cinco días del trágico accidente. Es más, uno de los hermanos, que trabaja en Australia, ni siquiera ha llegado a la capital; lo hará hoy. Quienes peor lo están pasando son «sobre todo el pequeño y su madre», cuenta. «Yo también lo estoy», admite, aunque parezca más entero. Asume que alguien debe mantenerse fuerte y tirar de la familia: «No me queda más remedio que estar alerta». Elorza lleva días recorriendo un camino complicado en el que ha recordado una frase que, explica, suele repetir: «Me gusta decir que lo importante no es lo que te pasa, sino cómo se reacciona a lo que uno le pasa».
Con esa idea metida en la cabeza y el apoyo de la gente que le quiere, sobre todo los amigos que «que se están portando maravillosamente bien conmigo», dice, ahora sí, emocionado, que «tendré que aprender a vivir sin ver a Bret». A avanzar sin volver a toparse con su hijo. Y ya está: «No puedo decir nada más». En ese recorrido también son un «motivo de ayuda y una razón para seguir» las numerosas muestras de cariño que día tras día se han visto en Castelar, donde decenas de amigos han dejado flores, encendido velas y pegado fotografías para intentar que no se olvide lo ocurrido. Un accidente que, ojalá, «sirva de lección», reflexionaba este martes una de las amigas. Confiesa el padre que le ha sorprendido ver la cantidad de amigos, de todos los ámbitos, que tenía su hijo y comprobar «el cariño que le tenía la gente».
La pelea interna ahora se bifurca. Por un lado, la parte más sensible, la pérdida de su hijo. Y, por otra, el juicio que él asume con la mirada de abogado, su profesión, y con las ideas claras. Es más, va al grano cuando habla de los temas legales. Ese es su ámbito y es objetivo porque sabe qué dirección seguir. O, más bien, qué meta: «Tratar de conseguir la máxima pena» para las dos personas implicadas en el accidente «que se han llevado a mi hijo».
Ambos conducían bajo los efectos de las drogas y, con su imprudencia, «han destrozado una familia», recuerda. Por eso su trabajo se centrará en seguir los avances del caso. Aunque no tiene claro hasta que punto va a involucrarse, sí explica que irá como acusación particular y «llevaré la dirección» del caso para asegurarse de que «todo se haga como yo quiero que se haga». No obstante, a partir de ahí, no sabe si se personará directamente o si delegará esa parte del procedimiento. Necesita pensar y «ver si me va a afectar mucho». Algo que, entiende, ocurrirá.
Un accidente de tráfico como el ocurrido el viernes ha traído a la mente de mucha gente el atropello en la rotonda de Corbán, también en Santander, que tuvo lugar el verano de 2020 y en el que fallecieron dos chicas de 28 y 29 años. Al conductor del vehículo la Audiencia Provincial le condenó a cinco años y tres meses de prisión. «Tenemos un código penal de roba gallinas», valora Elorza. «Por robar con un cuchillo en un supermercado te pueden caer tres años y medio», ejemplifica. Sin embargo, en un accidente como el de Castelar, si finalmente al investigado «le imputan un delito de homicidio imprudente, ya sabemos el margen, de uno a cuatro años». Aunque se le imputan más delitos. Sin dar muchos más detalles sobre la estrategia, el abogado aclara que él «no va a ir por ahí». Lo tiene claro a pesar de que aún no cuenta con los datos suficientes sobre el accidente para determinar «cuál es el tipo penal por el que iré», explica. Mientras llega el día de enfrentarse al juicio, al accidente de frente y al resultado, tendrá que aprender a seguir con su día a día. «No sé cómo voy a poder vivir sin verle», insiste.
Sus amigos y su hermano han contado a El Diario Montañés cómo era Bret y dibujaron un retrato de un joven «callado y especial». ¿Y qué dice su padre? «Para mí tenía algo especial desde pequeño», cuenta. Aunque admite que no sabía «qué era», pero sí le encontraba ese algo que permite definir a alguien como «especial». Sobre todo era una «bellísima persona» y «muy introvertida», coincide con los comentarios de sus compañeros.Por eso le ha sorprendido ver que «tenía muchísimos amigos».
Eduardo Elorza sabe que en esa relación padre e hijo a veces se pierden temas porque los jóvenes buscan otros oídos en los que desahogarse, así que admite que está descubriendo una parte de su hijo que no conocía. Lo que sí sabe de sobra es que «era un niño buenísimo». Eso y que quería ser bombero o actor para ayudar a los demás. «Yo siempre le decía que mejor bombero porque así no iba a necesitar escalera (medía 1,93)», añade su padre con algo similar a una sonrisa. No tiene más mensajes que lanzar salvo que «me gustaría que nadie estuviera en esta situación, que ha venido de repente, y es trágica y tremenda», termina. Ya no le salen las palabras y tampoco hay mucho más que añadir.
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