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El bloc del cartero

Males

Lorenzo Silva

Viernes, 08 de Noviembre 2024, 10:18h

Tiempo de lectura: 3 min

Ya lo dijo Heródoto, nunca es permanente el humano bienestar. En las esquinas de la existencia nos aguardan los males, a veces en enjambre, y no queda otra que afrontarlos, tratar de resolverlos y, si no fuera posible, sobreponerse a ellos. Para lograrlo, nos sugiere una lectora no ponderarlos de más, y volver la vista a las cosas gratas que siempre, si uno se fija en ellas, nos depara la vida. Para los males más grandes, esos que llegan a comprometer el futuro de una comunidad, nuestra carta premiada ofrece una receta poco utilizada: en lugar de buscar a otro en quien proyectar toda la responsabilidad, interrogarnos sobre la cuota del mal general que particularmente nos incumbe. No faltará quien tilde de ingenuo este expediente. Pero solo si muchos lo tramitan habrá esperanza.


LAS CARTAS DE LOS LECTORES

Lo bueno y lo malo

Antes de hablar de lo malo, recordaré los pequeños detalles cotidianos que nos alegran la vida e infunden esperanza. Cositas como el contemplar en los centros cívicos las piscinas casi llenas de personas que van a hacer deporte y relajarse; los campos de fútbol y las canchas de baloncesto y pádel llenos de niños. El trato cariñoso del personal médico en ambulatorios y hospitales. La paciencia infinita del informático de los centros municipales cuando le consultas algún tropiezo con tu ordenador. Sentarte en un banco del parque y charlar con una mujer árabe mientras ambas cuidamos a nuestros niños. Contemplar a dos gemelas recién nacidas en el seno de mi familia buscando el contacto de la madre para calmarse. El proceder de tu nieto cuando te enfadas y te dice: «Haremos como tú quieras, amama». Ahora me tocaría hablar de lo malo, aunque, pensándolo bien, mejor no.

Olga Fernandez de Landa Altuna. Vitoria


Un delincuente polifacético 

Unos entrañables amigos me comentaban jocosos lo que les pasó con un individuo que conducía muy ebrio, por el centro de Zaragoza, dos patinetes eléctricos a la vez, sin casco y por la acera. Uno de los patinetes iba curiosamente candado al otro. Este señor, ante el requerimiento de los agentes de la autoridad, se niega a identificarse y a realizarse la prueba de alcoholemia. Tiene varias requisitorias por busca y captura de varios juzgados zaragozanos, averiguan los agentes. Mientras le leen sus derechos como detenido, aparece una chica muy nerviosa a la que hace diez minutos, dice, le han robado ese patinete atado al del detenido. En el registro, los agentes le hallan dos móviles, también hurtados, cinco papelinas de cocaína y treinta gramos de hachís. Él se niega, además, a ser detenido intentando agredir a los agentes. Alucinante, ¿no? Por desgracia, este no es un caso aislado: proliferan y son legión multitud de personajes, nacionales y extranjeros dando vida a las calles y plazas de nuestro amado país.

Miki Romanos Mur. Zaragoza 


Una baldosa

Ocurrió hace unos ocho años. Iba una anciana por el paseo de Calanda cuando al tomar la calle Batalla de Clavijo tropezó con una baldosa levantada; el trompazo fue brutal: no tuvo tiempo para poner los brazos, sangraba por la nariz. Casualmente pasaba un vehículo de la Policía Local, avisó una ambulancia y se la llevó. Aprovechando que los agentes estaban allí, les pedí si tenían un destornillador plano para sacar la baldosa; un martillo para romperla y colocarla tipo puzle y así evitar más caídas, y así lo hice. Les dije a su vez que diesen parte para que la arreglaran, pues era paso a un colegio. Desconozco si lo hicieron. ¿Se quieren creer que aún está la baldosa rota que recoloqué? En fin, así funcionan los servicios públicos, da igual el color político.

Agustín Aznar Sánchez. Zaragoza


LA CARTA DE LA SEMANA

Vivienda, ese derecho… un poco torcido

texto alternativo

+ ¿Por qué la he premiado?

Por transitar el poco trillado camino de indagar la parte del mal que a uno mismo pueda deberse.

Sí, está en la sacrosanta Constitución, pero… no entre los derechos fundamentales. ¿De verdad que no se la puede cambiar para que sí lo sea? Claro que se puede, solo falta voluntad política. Por otra parte, ¿qué hacemos nosotros? Llorar porque los precios para nuestros hijos son un imposible para su emancipación y, a la vez, curiosa paradoja, alquilar lo que tenemos a esos mismos precios que nos escandalizan. La batalla contra grandes tenedores es difícil, pero, cuando en cada uno de nosotros hay también un pequeño especulador, la bola de nieve se agiganta. Ahí hay parte del problema: algunos creen que pierden cuando ganan menos. ¿Ganar menos es perder? ¿Qué porcentaje de vivienda disponible está en manos de particulares y pequeños tenedores? En parte es como el lamento frecuente de que los comercios desaparecen y, en paralelo, se compra en Amazon y en grandes superficies. ¡Lo que hacemos muchos influye... y mucho! Un posible camino: ¿cambiar algunos de nuestros comportamientos? ¡Ojalá!

 Alberto G. F. Oviedo