Berta Betanzos: «Driza es una pieza fundamental de nuestra familia»

-Usted se crió entre perros, ¿verdad?

-Sí. Desde que tenía siete años siempre ha habido perros en casa de mis padres.

-Ya, y luego se independizó...

-... Y la competición, que requería de largas ausencias, me impidió disponer del tiempo que requiere el cuidado de un animal.

-Pero no renunció.

-No. Siempre tuve claro que, si podía, quería seguir compartiendo mi vida con uno de ellos, así que cuando se dio la oportunidad, en 2008, el año en que dejé de dedicarme profesionalmente a la vela y empecé a disfrutar de más tiempo en casa, tomé la decisión.

-Su marido no es perruno.

-No especialmente, no.

-¿Cómo lo convenció?

-Después de una búsqueda exhaustiva descubrí esta raza, que tiene muy buen carácter, algo que consideraba primordial porque no confiaba mucho en mis dotes como educadora, y que, además, no suelta pelo, que para nosotros también era importante.

-Entiendo.

-Encontré una perrita y se la enseñé a mi marido contándole todo acerca de esa raza para ver si le convencía.

-¿Lo consiguió?

-No del todo, pero me dijo que mirara si había disponibilidad y entonces lo valoraríamos. Como el criador ya no la tenía, continué con mi búsqueda hasta encontrar una camada que iba a ser de nueve cachorros y acabó siendo de trece.

-Y Driza era uno de ellos.

-Y Driza, efectivamente, era uno de ellos.

-¿Ha respondido a las expectativas de su marido?

-Sí. Ha sabido ganárselo perfectamente.

-Esa raza es un híbrido de labrador y caniche.

-Así es, sí.

-¿Sabía que su creador llegó a decir que es como el monstruo de Frankenstein?

-Sí. De hecho, ese es uno de los motivos por los que recibe distintos nombres.

-Menudo cruce.

-Se supone que lo que distingue al Australian Cobberdog con respecto al Labradoodle es que, a la hora de criarlos, con el primero han seguido criterios más rigurosos para evitar de esa manera que se desvirtúe la raza.

-Ya, ya. Oiga, ¿y la lleva a navegar?

-En barco ha ido alguna vez, pero no se la ve especialmente relajada.

-No es buena marina, vaya.

-No. No le gusta mojarse.

-¿Qué aporta Driza a su vida?

-Felicidad, compañía y salud. Para nosotros es un miembro más de la familia.

-¿Diría que es la hija que está por llegar?

-¡No hombre, no diría tanto! Lo que sí diría es que espero que si un día tengo hijos puedan disfrutar de su compañía porque estoy segura de que para ellos Driza será una buena experiencia.

-¿Su hermana mayor, quizá?

-Una pieza fundamental de nuestra familia.