Las ortiguillas, un exquisito bocado con sabor a ola de mar

La ortiguilla tiene un gran parecido con las algas pero en realidad es un animal, una extraña delicatessen marina cubierta de pequeños tentáculos de puntas rosadas y colores liláceos. Se fija fuertemente a las costas rocosas y se mueve con el vaivén de las olas. Tan vistosas y bonitas en el fondo del mar, fuera de «su ambiente» se mantienen frescas muy poco tiempo porque enseguida se oxidan y pierden su color y apariencia.

La forma más usual de comerlas es fritas puesto que de esta manera se disfruta mejor de su sabor, profundamente marino. Otra de sus características es su textura, insólita. El rebozado logra el contraste de sus crujientes tentáculos por fuera, con el exquisito sabor marino de su interior.

Apenas tienen calorías y aporta componentes esenciales para la salud debido a su elevado contenido de proteínas, colesterol y purinas, y bajo contenido en grasas. Su composición es similar al pescado. Es por lo tanto, un alimento de lo más sano y, sobre todo, singular. Quienes las han probado dicen que es como comerse una ola de mar. Puede que resulte similar al sabor de una ostra, o los percebes, porque también estos productos tienen un potente sabor marino.

Comer esta especie de «buñuelos» es un magnífico aperitivo. Su preparación es muy sencilla: lavarlas para eliminar los posibles restos de arena, cortar cada ortiguilla en dos o tres trozos, enharinarlas y verter al aceite de oliva, bien caliente durante dos o tres minutos. Aunque su fórmula más habitual es la fritura, combinarlas con arroz es también un manjar culinario.

Su consumo ha adquirido en los últimos años tal auge en el sur, que ya se han comenzado a adoptar medidas para garantizar y preservar su producción. Sobre todo son muy típicas en la costa gaditana, no faltando prácticamente en ningún establecimiento hostelero como una de las tapas más demandadas. El secreto, por lo que más se valora su preparación y presentación, es porque cuando más crujientes sean, mejor para el comensal. No sólo fritas, en revuelto, en tortillitas o en croquetas... Son muy diversas las formas en las que se cocinan estos bocados deliciosos con profundo sabor a mar.