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El día que arrancó el juicio de la decapitación de Castro, el abogado de la defensa se dirigió al jurado para explicar que era «muy complicado» acusar a Carmen Merino de asesinato cuando no se conoce la causa de la muerte de Jesús Mari, novio ... de la acusada. «Pudo morir por causa natural: por una enfermedad, un infarto, por covid... (aunque en aquella época aún no había llegado a España)», especuló Eduardo García, generando la duda entre los jueces legos.
Sin embargo, los forenses cerraron ayer de un portazo la posibilidad de la muerte natural, al considerar que el fallecimiento del jubilado vizcaíno fue «violento» y «altamente sospechoso de criminalidad». ¿Pero descartan ustedes la muerte natural?, preguntó el letrado de la defensa. «Me está hablando de hacer una suposición. Es imposible que un médico establezca una muerte natural a partir de unos restos como los hallados», contestó rotunda una de las forenses que realizó la autopsia del cráneo, y que también dejó claro que no han podido determinar la causa de la muerte del finado.
La sexta sesión del juicio que se celebra con tribunal del jurado en la Audiencia Provincial de Cantabria vivió este viernes una jornada clave con la práctica de las primeras periciales, que se retomarán a partir del próximo lunes, 14 de noviembre.
La más esperada era la de los forenses que analizaron el cráneo de la víctima, ya que el resto del cuerpo sigue sin aparecer. «Hablamos de un 8% del total del cuerpo», advirtió una forense para que los jurados entendieran la dificultad para analizar unos restos que, además, «han sido extraordinariamente manipulados».
De hecho, la perito aseguró que la esqueletización de los restos no se debía a una «causa natural», sino a una «manipulación» para que quedara así, por «la humedad y la falta de aireación, por estar envuelto en plástico». «Había moho en algunas de las partes», detalló.
Además, la calavera apareció con una zona de carbonización en el parietal derecho, debido a una «acción térmica». Y los médicos forenses, que descartan el calor radiante de un horno, creen que se empleó un «sólido incandescente» como una «plancha metálica muy caliente» o «una cazuela sin agua». ¿Qué se consiguió con el efecto del calor? «Retrasar la putrefacción de los restos, que tardase mucho más en emitir olores y que fueran mucho menores».
Los forenses también encontraron en el cráneo lesiones óseas «que no tenía en vida la víctima». «Fueron provocadas alrededor de la muerte o después, porque no hay un elemento reparador». «No se descarta que sea secundaria, bien al proceso de sección del cráneo o bien a la manipulación de la muestra durante la aplicación de la acción térmica a la que se ha visto sometido».
A la vista de las lesiones que presentaban los restos de Jesús Mari, descartan que hubiese un «ataque homicida» antes de la muerte. «Las características de las fracturas y alteraciones que afectan a la base del cráneo del finado, axis, tercera vértebra cervical, asta mayor del hioides y asta superior del tiroides, son compatibles con ser resultado de la acción de un objeto cortante con componente contuso y posiblemente de filo no serrado», como podría ser «un cuchillo de cocina», por ejemplo.
Las acusaciones creen que la acusada utilizó una motosierra y una sierra de calar para descuartizar el cuerpo de su novio. Por eso, el fiscal mostró ayer una imagen de la motosierra que habría adquirido Carmen Merino días después de la muerte de Jesús Mari. ¿Esa sierra eléctrica es apta para cortar partes blandas de un cuerpo humano?, preguntó el representante del Ministerio Público a una perito. «No, porque se atascaría, se trabaría», respondió la forense, dando pie a los presentes a recordar esa búsqueda en internet que supuestamente realizó la acusada sobre cómo desatascar una motosierra. ¿Y pudo una mujer llevar a cabo la descuartización del cuerpo?, preguntó un miembro del jurado. «Sí, aunque la maniobra no es sencilla».
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Teniendo en cuenta que las lesiones que presentaban los restos de la víctima son «postmorten por la decapitación», los forenses no han podido determinar la causa del fallecimiento. «No ha quedado reflejada en los restos que tenemos, pero no hay una lesión por arma blanca, todo es periférico».
El próximo lunes se celebrará la séptima de las once sesiones previstas para el juicio de la decapitación de Castro Urdiales. En esa jornada continuará la práctica de la prueba pericial. En concreto, comparecerán los peritos que realizaron los informes toxicológicos, químico-toxicológico, el informático y la inspección técnico ocular de la casa donde supuestamente la acusada acabó con la vida de su novio. Su abogado intentó sin éxito, antes del inicio del juicio, que los jurados se trasladaran durante la vista a dicho domicilio para verlo, pero el juez lo descartó al existir un amplio reportaje fotográfico.
Por otro lado, los peritos detectaron la presencia de «cuerpos extraños en varias localizaciones» y existencia de «diazepam y sus metabolitos», sin que constase este tratamiento en el historial médico de Jesús Mari, pero sí en el caso de la acusada.
Según la explicación que ofreció una de las forenses, no se ha determinado la cantidad de diazepam que se suministró a Jesús Mari cuando estaba «vivo», siendo «posible» que la dosis fuera «alta». «También pudieron administrarse otras sustancias que no han aparecido», añadió.
En la pericial sobre las huellas dactilares halladas en las bolsas de basura que envolvían el cráneo, los expertos encargados de esta prueba señalaron que se encontraron un total de siete «con calidad suficiente» para su estudio (también había fragmentos de otras no analizadas) y que se corresponden con las de la acusada, pero «ninguna» de la amiga a la que entregó el paquete, Carmen Mendoza.
Por su parte, los psiquiátricas que evaluaron el estado físico y psicológico de la acusada concluyeron que era «normal» y no presentaba «ninguna alternación psicopatológica aguda», sino que se mostraba «tranquila», aunque a sus ojos «no es una reacción emocional esperable» ante la muerte de un allegado. Tampoco apreciaron trastorno psicótico alguno.
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