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Marley es un perro de aguas y en su ADN no está el código del sabueso; pero su extraordinario olfato lo ha convertido en vértice sobre el que pivota la actividad del Equipo de Detección y Localización de Restos Biológicos de la Guardia Civil. El ... can entra tranquilo en el edificio Mar Llana de la Calle Padre Basabe, el piso de Jesús María Baranda, al que fue a vivir cuando se separó de su esposa y donde convivió con la que fue su pareja durante los últimos siete años, María del Carmen Merino. Ondean a cada paso sus rizos espesos, color canela, que le sirvieron para ganarse el nombre en recuerdo del famoso cantante jamaicano Bob Marley.
Su actitud no parece la de un perro. Es posado, tranquilo y perfectamente consciente de que lo suyo es un trabajo. «El perro ha entrado una primera vez en la casa y ha hecho una inspección visual. Luego lo sacan y después va entrando varias veces a lo largo del día. No puede estar mucho dentro porque se agota», confirman fuentes de la Guardia Civil.
Inspección a intervalos La labor requiere la máxima concentración del can, por eso trabaja en espacios de 20 minutos
Adiestramiento Perro y adiestrador son uña y carne. Trabajan y viven juntos y hasta duermen al lado
El problema del tiempo Su trabajo se complica en este caso porque los restos podrían tener una antigüedad de meses
Tiene su lógica porque su trabajo es muy duro, requiere un 100% de concentración. Por eso los intervalos dentro del piso se reducen a unos veinte minutos, cada vez. El proceso es mecánico. Trabaja ese tiempo y sale a airearse, o a beber agua y comer algo de pienso en los cuencos que el equipo de agentes guarda en el maletero del coche en que viaja el animal con su adiestrador, Juan Manuel. Humano y animal son inseparables, casi como hermanos de sangre. Entrenan juntos, viajan juntos e incluso duermen al lado en los hoteles cuando el trabajo los obliga a estar lejos de casa.
El agente lo instruyó de cachorro, con apenas tres meses y desde entonces vive en su casa. Con sólo cuatro años, Marley ha participado en la búsqueda de Diana Quer, Gabriel Cruz, Laura Luelmo o Romina Celeste. Hay algo en su pituitaria extraordinario, porque no hay resto biológico que escape a su percepción. Lo mismo da cuán esmerado haya sido el esfuerzo de alguien por ocultar una gota de sangre, que el animal la encontrará. Aunque se haya limpiado con lejía, así hayan pasado meses o se esconda bajo una alfombra o tras un mueble.
Los agentes han recordado varias veces el modo en que Marley actuó el pasado diciembre en el domicilio de Bernardo Montoya, el presunto asesino de Laura Luelmo, la joven de 26 años asesinada en el Campillo (Huelva). Pegó el hocico a la pared y señaló el rastro que había dejado la profesora.
La Guardia Civil esperó ayer en Castro Urdiales un comportamiento similar, si acaso la pista clave para arrojar algo de luz sobre todas las incógnitas que aún permanecen sin respuesta en este truculento caso que ha conmocionado a los vecinos y que atrae la atención mediática de todo el país.
La labor en este caso es más complicada si cabe, por una sencilla cuestión temporal. Dicen los agentes que la investigación de la división científica del cuerpo se puede dilatar varios días. Sobre todo si se tiene en cuenta que la desaparición de José María Baranda se produjo el pasado febrero, y que por tanto los restos biológicos que ahora se buscan en el interior del inmueble podrían tener esa antigüedad. Con lo que eso conlleva en cuestión de degradación.
Pero nada de eso ha sido en estos tres años de trabajo un gran impedimento para Marley. «Tardará más o menos, pero al final acabará dando con la pista, si es que existe», certifican las autoridades sobre los rumores que circulan entre los agentes acerca de las extraordinarias capacidades del perro. Y mientras tanto ahí abajo, desde su perspectiva de poco más de un palmo sobre el suelo, el perro continúa su tarea, centrado en las alfombras, en los muebles, en puertas, cajones y cortinas. Una tarea que conjuga con el trasiego del Equipo Central de Inspecciones Oculares (ECIO), que ataviado con aparatosos buzos de plástico entra y sale del inmueble.
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