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Inés plantó las primeras viñas en una finca familiar en el centro de Trebuesto en el año 2014. DM
Inés Rodríguez: «He apostado por mi tierra, mi casa y mi proyecto, donde soy feliz»
Premio al Emprendedor

Inés Rodríguez: «He apostado por mi tierra, mi casa y mi proyecto, donde soy feliz»

VII PREMIOS ALIMENTOS DE CANTABRIA ·

Bodega Hortanza, el proyecto de esta enóloga cántabra de 35 años, se compone de viñedo, bodega y casa rural en Guriezo

Miércoles, 15 de junio 2022, 18:43

Un proyecto con personalidad, arraigo y mucha ilusión. Así es Hortanza, la bodega tras la que está Irene Rodríguez Artieta, receptora del reconocimiento al Emprendedor en esta edición de los Premios Alimentos de Cantabria. Un galardón que esta cántabra de 35 años considera «un gran aliciente para los emprendedores» porque significa que «efectivamente estamos contribuyendo al desarrollo de productos de calidad de nuestra tierra y llevando el nombre de Cantabria y, en mi caso de Guriezo, por el mundo».

Una contribución a la que Irene ha llegado casi por casualidad. A los 18 años y sin tener muy claros cuáles iban a ser sus pasos académicos, comenzó a estudiar Ingeniería Técnica Agrícola en La Rioja. Un camino que se inició sin ningún vínculo familiar previo y que, tras licenciarse en Enología, terminaría convirtiéndose en una auténtica pasión.

Experiencias por el mundo

Desde entonces y hasta ahora, sus pasos han ido en todo momento en paralelo al mundo del vino. Al concluir sus estudios realizó prácticas en importantes bodegas riojanas. En 2012 viajó a McLaren Valley, en Australia para trabajar en una bodega y perfeccionar su inglés. A su regreso a España cinco meses después contactaron con ella de Bodegas Bilbaínas, en Haro, La Rioja, para realizar la vendimia y terminó quedándose nueve años. Para Irene, el tiempo allí «ha sido clave» en su desarrollo profesional, pues le ha dado «la oportunidad de trabajar con grandes profesionales y tener experiencias adicionales como hacer una vendimia en Mendoza, Argentina, o en Ribera de Duero».

Durante este periodo, además, ha ido viendo abrirse al sector en cuestiones de género, viviendo un proceso de «transición» hacia una igualdad que hoy considera alcanzada. «Cuando empecé a estudiar en 2005, el 50% del alumnado ya éramos mujeres, pero el mundo laboral aún estaba ocupado al 100% por hombres, así que los comienzos fueron difíciles, pero hoy todo es mucho más cómodo».

Los cimientos del proyecto

En 2014 surgió la idea de dar un uso a la finca familiar en Trebuesto e Irene, como enóloga, «tenía curiosidad por saber qué tipo de vino se podría elaborar» en su pueblo». Y lo que surgió como un entretenimientoha evolucionado hasta ser un proyecto de vida que actualmente se compone de viñedo, bodega y casa rural.

Todo ello se ha ido fraguando poco a poco y desde una óptica familiar. «He contado con la ayuda de mis padres en todo momento pero, cada vez requería más de mi tiempo y el año pasado decidí dedicarme a él el 100% del tiempo».

«Este premio significa que efectivamente estamos contribuyendo al desarrollo de productos de calidad de nuestra tierra y llevamos el nombre de Cantabria por el mundo»

Una decisión con la que esta cántabra de 35 años no podría estar más satisfecha. «Aposté por mi tierra, por mi casa y por mi proyecto, donde soy feliz», asegura rotunda. De hecho, continúa, una de sus mayores satisfacciones como emprendedora «es recibir fotos de algún cliente compartiendo un buen momento en familia o con amigos y una botella de Hortanza siendo partícipe de ello».

En estos primeros compases de vida, el catálogo de Bodega Hortanza se compone de dos vinos de finca, Hortanza (50% Riesling y 50% Gewürtztraminer) y Sierra de la Vida (60% Albariño y 40% Riesling) y un espumoso.

Su producción comenzó en poco más de media hectárea de terreno, así que uno de los objetivos más inmediatos de la empresa es «adquirir más espacio para ampliar la cosecha y contribuir al desarrollo socio-económico de mi pueblo impulsando el enoturismo». De momento, Hortanza ya se ha hecho con unos viñedos que estaban abandonados en la zona de Liendo. Se trata de una hectárea de terreno que ha supuesto «un enorme trabajo de recuperación» y con la que ahora hay que «ser paciente» para que dé sus frutos.

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