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Llevaba 17 años casada y seguía enamorada de su marido. Una mañana subió las escaleras de su casa, llegó a su habitación y al pasar por delante del ordenador apareció un mensaje en la pantalla. Dicen que un segundo puede cambiar tu vida, para bien ... o para mal. En este caso fue para mal. Descubrió que su marido le era infiel. Su vida se derrumbó. Pero María (nombre ficticio) es una mujer fuerte y con carácter, llamó a su marido y le pidió explicaciones. Fue en ese instante cuando empezó su calvario, que dura ya cinco años, y que solo terminará «cuando él se muera». Mirándole a los ojos le pidió explicaciones y él le respondió que su matrimonio era una farsa. «Yo soy más guapo, más listo y tú no vales nada», le reprochó él, a lo que ella le respondió pidiéndole el divorcio. «No tenemos hijos, ya no me quieres, pues que cada uno siga con su vida», pero no fue así, él nunca pensó que María se iba a divorciar.
Llegaron los insultos, las burlas, los menosprecios y las amenazas de muerte, verbales y por WhatsApp... «He sentido un miedo terrible, he estado mucho tiempo tomando medicación para poder dormir. Estaba preocupada por mí, pero también por mi familia. Oía ruidos y no me atrevía a mirar para atrás porque me ponía muy nerviosa». Apenas puede relatar su sufrimiento, las palabras se rompen en su garganta. «Y me consideran un caso leve de violencia de género», añade con lágrimas en los ojos.
Santander Manifestación a las 19.00 horas, desde Puertochico hasta el Ayuntamiento. Está convocada, entre otras asociaciones, por la Asamblea Feminista de Cantabria y la Comisión 8 de Marzo
Torrelavega Lectura del Manifiesto del Consejo de la Mujer, a las 12.00 horas, en la Plaza Mayor.
Santoña A las 12.30 horas, la Corporación saldrá con una pancarta desde el Consistorio hasta la plaza de San Antonio donde se leerá un manifiesto.
El Astillero Lectura de un manifiesto y minuto de silencio por las mujeres asesinadas. A las 11.00 horas, en el exterior del Ayuntamiento.
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Y todo ello pese a que ha puesto más de veinte denuncias -17 de ellas porque se ha quitado la pulsera que llevan los condenados por violencia machista con orden de alejamiento-. Su exmarido fue condenado a una pena de año y medio por amenazas de muerte y violencia de género y otra de un año y diez meses por falsificación de documento público (se llevó su coche y lo vendió). «Y no pasa nada, no entra en la cárcel». Ahora está pendiente otro juicio por el que le piden cinco años de cárcel por los destrozos que causó en la vivienda (valorados en 50.000 euros).
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Porque él entró en su casa y se llevó electrodomésticos y muebles. «Con una tijera rompió toda mi ropa, vestidos, ropa interior, faldas, camisas... Me quedé sin nada. No se llevó la casa porque estaba pegada al suelo». «Otro día me llamó la Guardia Civil a la una de la madrugada y me preguntó que dónde estaba, dije que sola, en casa. Me mandaron cerrar las puertas y ventanas porque habían visto a alguien vestido de negro merodeando por los alrededores de mi casa», explica. Pero llegó la Guardia Civil y no vio nada. «Al día siguiente, me levanté y había una escalera pintada de negro, apoyada contra la fachada, junto al velux del cuarto de baño. Pero no pasó nada, ni tomaron huellas dactilares». Buscó ayuda en asociaciones de mujeres y sólo la encontró en la Asociación de Mujeres Independientes de Laredo. En otras asociaciones o en el 016 le dijeron que se buscara un abogado. «Eso no es lo que necesitaba, tenía la autoestima por los suelos y solo quería apoyo. Me he sentido indefensa y desamparada».
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Dejar su casa fue otra decisión muy dura y sus lágrimas vuelven a aparecer cuando lo cuenta. Era grande, estaba rodeada por una parcela de mil metros cuadrados, «me había costado mucho esfuerzo, mucho trabajo, pero todo el mundo me aconsejó que me fuera». Así lo hizo, la vendió -«perdí mucho dinero porque él la había destrozado», relata-, y se compró un piso en Laredo. «Tuve que explicar a los vecinos mi situación personal para controlar las luces del portal desde casa y ver quién llamaba al timbre del portal, y pedir que arreglaran todas las bombillas fundidas de la calle, para que estuviera bien iluminada», recuerda quien durante la entrevista se hace varias veces la misma pregunta: «¿Qué he hecho yo? ¿Por qué tengo que vivir con este miedo?». Un miedo que casi llegó a desaparecer durante un tiempo -«aunque nunca bajas la guardia», dice-, pero que ha vuelto a su vida, porque él ha regresado a Cantabria, después de pasar un tiempo en León.
Lleva en el bolso tres móviles que me enseña, el suyo personal, el que llama directamente a la Policía y el del servicio Cometa, que controla la pulsera que debe llevar su exmarido. Sin embargo, dice que «nunca me he sentido protegida. Si llamas por una emergencia, antes de que la Policía llegue a mi casa ya me ha podido matar tres veces». Sus temores, dice, son fundados. «Mi marido me contó que durante dos años planeó asesinar a su padre, lo hizo y cumplió condena por ello», relata esta mujer, acostumbrada a trabajar duro desde los 14 años en el sector conservero. Fuerte y enérgica, su voz tiembla cuando habla de miedo, de falta de protección, de sentirse abandonada por las instituciones y también aparecen las lágrimas cuando se refiere al sufrimiento que ha causado a su familia y a sus amigas, su gran apoyo.
Testimonios 25-N
Marta San Miguel
Laura Fonquernie Lola Gallardo
abel verano | josé carlos rojo
ABEL VERANO | LAURA FONQUERNIE
Hoy se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha en la que María le pide a las mujeres que están en su misma situación que sean fuertes «porque si ellos te ven débil se hacen más fuertes». ¿Qué le diría hoy a su marido si pudiera mirarle a los ojos? «Le preguntaría que qué le he hecho, que mi único delito fue quererle». ¿A los políticos? «Que no dejen que nos maten, que no somos un número de una estadística». ¿Y a los jueces? «Que falta mucha formación en violencia de género».
Con lágrimas en los ojos se despide: «Sigo teniendo miedo, sé que esto no se va a acabar nunca. Y los juzgados dicen que soy un caso leve, que el daño a mi persona es mínimo...». «Al final me tendré que ir de mi ciudad. ¿Por qué yo?».
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