«Esperamos un 80% de ocupación»

En la actualidad el negocio ha sobrevivido a duras penas con reservas al 40%, como mucho al 50%, gracias a los viajes de negocios; pero es ahora cuando se pueden hacer previsiones más halagüeñas. «Hemos estado con el 50% de las habitaciones ocupadas por el llamado turismo de negocios, pero a partir de ahora estamos trabajando por alcanzar el 80%. La clave ha sido la apertura de las fronteras y la libre circulación. Ahora podremos recibir al turista de ocio, que es el que de verdad nos permite trabajar holgadamente», concreta.

Por ahora las reservas están en el 30% y todo podría cambiar si se instauran nuevas restricciones, que por ejemplo podrían aparecer en según qué municipios si la incidencia por cada 100.000 habitantes se dispara. Eso es, al menos, lo que avanzó el pasado jueves el vicepresidente Pablo Zuloaga, que indicó que se establecerán unos marcadores, a modo de semáforo sanitario, que activarán nuevas limitaciones en el caso de que se sobrepasen ciertos umbrales de incidencia.

«La clave van a ser, por ahora, los fines de semana. Es ahí cuando esperamos alcanzar esa ocupación del 80%. Luego, con la llegada del verano, si las cosas van bien, la situación no tendría por qué empeorar», explica Fidalgo.

El optimismo es compartido por los profesionales del turismo rural, un sector que fue la joya de la corona el pasado verano, cuando Cantabria se llenó de visitantes nacionales ávidos de espacios verdes, alejados de las aglomeraciones y, por tanto, más seguros.

«Durante todos estos meses hemos sido los grandes perjudicados de la pandemia, incluso más que los hosteleros, que lo están pasando realmente mal. Ningún cántabro pernocta en nuestras casas rurales porque no tiene sentido. La región es muy pequeña y los viajes son cortos, se hacen en el día. Por eso esta apertura nos ayuda a ser optimistas y a mirar hacia el verano con la esperanza de que podamos salvar nuestros trabajos. Porque si no estamos todos muertos», avanza Jesús Blanco, representante de los profesionales de este negocio.

«Lo que tampoco defendemos es la libertad total. Tiene sentido abrir, dejar que venga el turismo, pero siempre con medida. No podemos volvernos locos ahora de repente porque todavía queda mucha gente por vacunar y no es conveniente que ahora, cuando nos queda sólo un poquito que aguantar para hacerlo bien, lo estropeemos; pero necesitamos trabajar, necesitamos que vengan turistas aunque sea con las restricciones que sean», detalla el empresario de Langre, que vuelve a elogiar las bondades de este tipo de escapadas a los entornos naturales. «Tenemos amplios jardines, estamos rodeados de naturaleza, no hay mucha gente... ¿Qué contagios puede tener una familia que se va a una casa perdida en el monte? Pues ninguno. Entre ellos», argumenta Blanco.

Es una situación parecida a la que se puede encontrar en un camping. «Volveremos a funcionar igual de bien que el verano pasado. Al menos es lo que esperamos, y que abran ya las fronteras entre comunidades es necesario para que empiece a haber movimiento», resuelve Eneko Valle, presidente de la Asociación de Empresarios de Camping de Cantabria.

«Que pueda venir ya gente de provincias limítrofes, que es nuestro público mayoritario, nos va a venir muy bien para ir iniciando la temporada», agrega. «Porque llevamos ocho meses cerrados y nuestro fuerte es el verano, pero necesitamos ponernos ya a trabajar porque, si no, lo vamos a pasar realmente mal», argumenta. Si se hacen las cosas bien, asegura, «podemos funcionar sin riesgo».