José Manuel Abascal: «Lolito es mi segunda medalla olímpica»

-Así que Lolito, ¿eh?

-Lolito, sí. Es que era tan pequeño que Lolo se le quedaba un poco grande.

-¿Usted no bautizó su chalet 'Los Ángeles 84' en recuerdo de su hazaña?

-Sí. Quería que en algún lugar quedara inscrito ese recuerdo y qué mejor que mi propia casa, ¿verdad?

-¿Y nunca se le ocurrió hacer lo mismo con el perro?

-Llamarle ¿cómo?

-No sé, Coe, Cram... Chesire, aquel keniata que casi le birla el bronce.

-Ya lo hice.

-Ah, ¿sí?

-Sí. Tuve un perro de aguas y le llamé Aouita.

-¿En serio?

-Sí. ¡No vea cómo corría el tío!

-¿Y quién es Lolito?

-Lolito es un perro ratonero muy simpático y muy cariñoso que me traje de Cantabria cuando vine a vivir a Calafell. Un amigo que me aporta amor, lealtad y compañía.

-Existe el ratonero andaluz, el ratonero mallorquín, el ratonero murciano... y, ahora, ¿el ratonero pasiego?

-Astuto y hermético, como buen pasiego.

-Comparten piso con un gato, ¿verdad?

-Sí, aunque ese no es pasiego, ese es catalán.

-¿Y?

-Jajaja, nada, nada... Se llevan muy bien.

-¿Perro o gato?

-El perro es el mejor amigo del hombre.

-¿Le ha contado su hazaña?

-No, pero creo que algo sabe, porque ha corrido tantos kilómetros a mi lado que un día se paró y me miró como diciendo: 'si con todo lo que entrenas no ganas una medalla será mejor que te retires'.

-¿Le ha hecho runner o qué?

-Le encanta correr al aire libre y disfrutar de la naturaleza. En eso se parece a su amo. Y aunque ya es un poco mayor, aún me sigue acompañando porque, como le digo, le encanta correr por ahí.

-Su padre tenía media docena de cabañas en Vega de Pas.

-Sí, una época de mi infancia que recuerdo con mucha nostalgia y cariño.

-Y usted le ayudada siempre con el ganado.

-Llegué a maldecir a las vacas, porque cuando alguna de ellas se salía de la finca mi padre me hacía correr detrás para devolverla al prado, una operación que se repetía varias veces al cabo del día.

-No paraba de correr.

-No paraba, no.

-¿Y no cree que debería bendecirlas, oiga?

-Sí, es cierto. Aquellas carreras me sirvieron como entrenamiento para el atletismo... y para la vida.

-De galgo ya sabemos que sí. ¿Pero de liebre ha hecho alguna vez?

-Claro que sí. En el atletismo hay mucho fair play.

-¿Devolvería su medalla por alargar la vida de Lolito?

-Son dos cosas muy distintas. Lolito es mi segunda medalla olímpica.