Nacho Solana: «Simba hubiera sido un buen crítico gastronómico»

-¿Cómo encontró a Simba?

-Pues de pura casualidad. Un día salí de casa a por huevos y me encontré con mi vecino, que tiene un criadero canino, y me habló de un Yorkshire que todavía no había vendido porque tenía algún defectillo -no levantaba una oreja y era un animal muy temeroso- y nadie se lo quería comprar. Cuando lo vi ahí, en un rincón, me dio tanta pena que al final me lo regaló.

-¿Salió a por huevos y volvió con un perro?

-Literal. Y cuando llegué a casa, con la emoción de llevar al perro, me dejé los huevos olvidados en el maletero del coche.

-¿Sigue yendo solo a por huevos o hay que acompañarle?

-No, jajaja. Ahora me acompaña Simba.

-Anda que llamar Simba a un perro de 5 kilos...

-El nombre lo eligió mi sobrino Rubén, que, cuando aquello, veía unos dibujos animados de un tal Simba.

-El Rey León, oiga.

-Ah, pues el Rey León.

-Y el perro será de morro fino, no me diga más.

-Es el catador oficial de la casa. Solo con el olor ya se acerca, y si se acerca mucho es porque lo que hago está buenísimo. Hubiera sido un buen crítico gastronómico.

-¿Sabía que un colega suyo, Fernando Canales Etxanobe, organizó un curso de comida para perros coincidiendo con el lanzamiento de la película 'Mascotas'?

-No, pero no me extrañaría, porque, además de un amigo, Fernando es un genio de la cocina capaz de hacer perfectamente un menú para perros digno de una estrella Michelin. Lo haría con la gorra, vamos. Y no tengo ninguna duda de que, con Fernando, los asistentes a ese curso se lo tuvieron que pasar genial.

-Le voy a leer el menú, hombre: Linguini de salchicha con carbonara de pienso, souflé de patata y trufa, magdalena de arroz y pollo y esferas de mandarina fresca.

-Bufff! Me he quedado corto. ¡Eso por lo menos son dos estrellas Michelin!

-También hay en Madrid un restaurante que ofrece un servicio 'take away' para perros a base de arroz, salmón y verduras. Yo, ahí se lo dejo.

-No. Cada uno se gana la vida como quiere, y yo lo respeto, pero no comparto esa idea.

-Cocinaría carne de perro si de ello dependiese su segunda estrella Michelin?

-¡No! ¡Jamás! Ni siquiera sé si la habré comido alguna vez. Sabiéndolo de antemano, no. Recuerdo que en Corea estuve cenando en un puesto de comida típica donde aseguraban que vendían carne de perro. Mire, solo de pensarlo no pude tragar nada de lo que trajeron. A veces es cuestión de prejuicios, lo sé, pero yo, de momento, por ahí no paso.

-¿Qué cree que diría un coreano viéndole a usted cocinar caracoles?

-Se los termina comiendo fijo. Y le digo más. Acabaría sorbiendo la salsa del plato.

-¿Se alegra de haber ido aquel día a por huevos?

-No sabe lo que agradezco que nadie quisiera llevarse a Simba. Se dejaron al mejor.