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Su opinión no vale ni más ni menos que la del resto de españoles. Tampoco entran en el debate sobre su encaje constitucional que se ha abierto en el país a raíz del acuerdo entre el PSOE y los partidos independentistas que encauza la aprobación ... de una amplia amnistía para los delitos vinculados al 'procés'. Solo se limitan a poner sobre la mesa un par de reflexiones y a contar su experiencia, la de dos cántabros que fueron condenados y estuvieron encarcelados durante el franquismo por causas políticas y a los que les afectó de manera directa la medida de gracia que se acordó en 1977. Es la última que se votó en el Congreso de los Diputados. Casi medio siglo después, las Cortes sacarán adelante, previsiblemente, otra amnistía en los próximos meses. Pedro Lobeto y José Luis López Coterillo compartieron militancia en las Comisiones Obreras de la clandestinidad y ahora comparten diagnóstico. Con matices, ambos creen que el perdón a Carles Puigdemont y compañía –según el Gobierno de España, la actual amnistía beneficiará a 309 personas entre políticos independentistas, funcionarios y agentes de la autoridad– tendrá efectos positivos y servirá para calmar el conflicto catalán.
«Todos los conflictos, incluso las guerras, acaban en un despacho y con la firma de acuerdos. ¿Por qué no se va a negociar también esto?», se pregunta Lobeto, concejal en el Ayuntamiento de Torrelavega por Izquierda Unida durante 16 años y un habitual durante décadas en las luchas sindicales de la ciudad. Está encantado con la llamada de El Diario Montañés para hablar de este asunto. «Hay que hacer mucha pedagogía y explicar bien las cosas. Decir lo que pasa y lo que pasó», insiste. ¿Y qué pasó? Pues, en su caso, que el 20 de noviembre de 1968, cuando salía de estudiar el Bachillerato nocturno en el instituto Marqués de Santillana y conducía su moto hacia Cerrazo, donde vivía con su familia, una patrulla de la Guardia Civil le dio el alto y le llevó detenido. A la altura del bar Cuesta. Le imputaban asociación ilícita y propaganda ilegal, los dos mismos delitos que a otros 47 compañeros que 'cayeron' de forma casi simultánea en toda la región.
Pedro Lobeto
Exconcejal de Torrelavega (IU)
José Luis López Coterillo
Primer líder de CC OO Cantabria
De Cerrazo a la comisaría de Torrelavega, que estaba en los bajos del Ayuntamiento. «Tiene gracia que yo, que trabajaba de albañil, había hecho a la reforma de la comisaría. Me ataron con las esposas en un radiador que había colocado yo», cuenta. ¿Cómo fue el trato? «Muy violento, se ensañaron. Y eso que todos éramos de Torrelavega y nos conocíamos».
Aquella amnistía de 1977 afectó a los condenados por lo que entonces eran delitos políticos –militancia en sindicatos o partidos–, pero también impidió juzgar a responsables de torturas y cargos públicos de la dictadura. «Hay quien dice que esta amnistía no se puede comparar con aquella. Claro que no es igual amnistiar por poner unas urnas que por poner una pistola en la sien. Si cabe, la amnistía de ahora tiene mucha más justificación», subraya.
Al contrario que Coterillo y otros cinco miembros de CCOO, Lobeto fue puesto en libertad condicional hasta que se celebró el juicio en 1971. Y en 1972 entró preso en la cárcel de Jaén. La condena inicial de seis años se quedó en tres y después en 18 meses por los trabajos que realizó en prisión. No llegó a cumplirlos porque se benefició de una liberación masiva que decretó el Gobierno. Ya no estaba entre rejas, pero seguía marcado. Le retiraron el carné de conducir y el pasaporte y se quedó sin la antigüedad que había acumulado en su puesto de trabajo en la actual fábrica de Bridgestone.
Eso lo recuperó con la amnistía de 1977. «En teoría, porque hubo un error con el pasaporte y no me lo dieron hasta 1981, cuando ya era concejal», detalla. «Aquella amnistía benefició mucho más a los torturadores y a los que habían firmado sentencias, y que no tuvieron que responder por ello, que a nosotros», opina Lobeto, que afirma que gran parte de los jueces que ahora se posicionan en contra de la medida son «los hijos de aquellos». Y pese a la mala opinión que tiene de Puigdemont, cree que su vuelta a España seguirá mejorando el clima político en Cataluña. «Es el momento de normalizar y no de la hipocresía de los que no se acuerdan de los indultos de Aznar y de la amnistía fiscal de Rajoy y Montoro», concluye.
Coterillo fue el primer líder de Comisiones Obreras en Cantabria cuando el sindicato aún era ilegal y, a la vez, uno de los principales representantes del PCE en la región antes de la llegada de la democracia. No estuvo meses en la cárcel como su compañero, sino años. Seis años en dos periodos. Por los mismos delitos que Lobeto. Antes de ser detenido –con torturas en los interrogatorios incluidas– también en 1968 fue protagonista del embrionario movimiento sindical cántabro –con la organización de huelgas en Sniace, Montaña y Standard– previo a la creación de la federación regional de CCOO. Y en el corto intervalo en el que estuvo en libertad provisional antes del juicio viajó a París para reunirse con Santiago Carrillo y otros miembros de la dirección del PCE e informarles de lo que estaba ocurriendo en Santander.
Afirma que era comunista cuando entró en prisión, que lo siguió siendo cuando fue amnistiado –gracias a este instrumento recuperó la libertad tras pasar por los centros penitenciarios de Jaén y Pontevedra– y que ahora que otra amnistía vuelve a estar en el debate público el mantiene intactos sus ideales políticos. Igual de comunista.
Y desde ese prisma lee la situación actual:«Como intercomunista, soy contrario a que el mundo haga más rayas fronterizas como pedían los independentistas, sino que creo que deberíamos tender a quitarlas. Creo que esta amnistía tiene una cierta justificación en el sentido de que va a calmar las pulsiones independentistas, pero también hay cosas que me chirrían». Le chirrían cosas, pero cosas muy distintas de aquellas de las que hablan los que denuncian que Pedro Sánchez no ha tomado la decisión por convicción, sino por interés: «Cuando oigo que el presidente del Gobierno lo hace por ambición de poder pienso, ¡coño!, ¿y tú qué quieres entonces?». ¿Qué le chirría entonces? Por ejemplo, que este sea el inicio de un camino más largo que lleve a que los catalanes puedan votar un referéndum sobre su futuro. Para él el problema no es que voten, sino que voten ellos solos: «El día que se determine qué tiene que ser de Cataluña yo también quiero votar. Incluso podría apoyar lo que piden los independentistas quizás, pero quiero votar. No es casualidad de que este tipo de movimientos independentistas se den siempre en los territorios más ricos y desarrollados y no en los más pobres. Si ellos son ricos y desarrollados es, en parte, por la aportación de todos los trabajadores que fueron a contribuir de otras regiones».
Recuerda que durante su reclusión coincidió con muchos catalanes condenados, entonces, no por pedir la independencia, sino simplemente por pedir la autonomía. Y está convencido de que aunque la amnistía calme ahora una «pulsión catalana, que aunque no comparte considera legítima, tarde o temprano volverá a surgir».
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