Por lo general, los rabanitos se comen crudos, sin pelar, enteros, laminados o rallados. La forma más común de comerlos es con ensalada o crudos, de guarnición de otros alimentos. Tienen un cierto sabor picante suave. Se adaptan a una gran cantidad de combinaciones, precisamente porque no matan la receta con un sabor excesivo. También pueden formar parte de cremas o sopas (puerros, calabaza).
Se dice que los rábanos son de las mejores hortalizas por sus propiedades digestivas. Por un lado estimulan la creación de bacterias beneficiosas para el tránsito intestinal a la vez que combaten las bacterias perjudiciales. El rábano está muy indicado para adelgazar porque apenas tienen calorías (20 kcal un buen puñado) y más del 94 por ciento de agua.
Exige trabajo de masticación y ayuda a crear saciedad, por eso es recomendable tomarlos como aperitivo antes de las comidas. Contiene mucha fibra, algo de carbohidratos y muy pocas grasas y proteínas.
El rábano es rico en potasio y calcio, además de tener pequeñas cantidades de magnesio, fósforo, hierro, zinc, selenio, cobre, azufre y sodio. También contienen mucha vitamina, especialmente la vitamina C y algunas otras vitaminas del complejo B. El rabanito es un potente antioxidante.
Una molécula única
El color rojo del rábano proviene de un pigmento rojo de la planta, la antocianina. Esta actúa como un poderoso antioxidante en el cuerpo que previene enfermedades cardiovasculares al proteger nuestras células del daño de los radicales libres. Además, proporcionan una molécula única llamada indol-3-carbinol que reduce la inflamación. Los rábanos son buenos amigos del hígado. Estimulan su poder desintoxicante y estimulan la producción de bilis con lo que favorecen la digestión de las grasas.
Algunas de sus virtudes se deben a los componentes azufrados que contienen, como le sucede al resto de coles. Siempre insistimos que no se debe abusar de ningún alimento, que hay que consumir de todo y en cantidades moderadas. Tampoco conviene abusar de los rábanos en personas hipotensas, ya que el rábano baja la tensión arterial, en pacientes renales o en embarazadas. Tampoco los propensos a los cálculos biliares. Tampoco lo deben tomar en exceso aquellas personas aquejadas de hipotiroidismo o bocio, ya que los rábanos dificultan la absorción de yodo por el intestino.
Una precisión final. A pesar de su ligero sabor picante, no hay que confundir el rábano común con el rábano picante, que es otra planta muy diferente de aspecto y de botánica, pero que tiene tantas propiedades saludables que le dedicaremos otro artículo. Mi sugerencia para iniciarse en el consumo de rábanos es que disfruten de la siguiente ensalada de invierno: lechuga, canónigos, rábanos y anchoas, aderezada con oliva virgen extra y un buen chorrito de un buen vinagre de vino. Creo que de sal ya basta la de las anchoas. Que lo disfruten.
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